Una vez viajando a solas, me comencé a sentir mal en el último día de mi visita en Puerto de Soller, Mallorca y para cuando llegué a Valencia, mi ofrenda para mi increíble host fue una sopita de pollo a lo boricua, por lo mal que me sentía. Ahí estaría solo dos días para moverme luego en tren a Sevilla. Antes de salir, me compré todos los medicamentos posibles, ya que me encontraba en Sevilla con dos grandes amigos por solo una noche. Como dicen en buen boricua… “me enpepé” y me preparé para pasar una hermosa noche de flamenco.
Sin embargo, al otro día… no me paré de la cama, solo para el baño y a la cocina a comer.
Lo que muchas veces no cuentan de viajar a solas es que es cansón. Porque todos tus sentidos están alerta y trabajando las 24 horas. Por eso es una experiencia que resalta tus fortalezas y te pone emocionalmente en lugares que no has estado. Por eso, viajando a solas, es esencial escuchar a tu cuerpo y darte lo que necesitas. Cuando hay que parar y descansar, es absolutamente necesario.
En mi caso, cada viaje a solas que he tenido de más de una semana, incluye mi día de descanso. Si al final no es necesario, encuentro algo qué hacer. Pero me planifico para regalarme este tiempo para renovar fuerzas y mantener mi cuerpo, mente y emociones en su lugar - en salud.
¿Descansas en tus viajes a solas?
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